Praga - Rafa Vega
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Praga

Praga

Praga es bonita. Eso ya lo sabes antes de venir. También lo saben las otras miles de personas que han pensado igual. Y que han elegido el mismo día para visitarla. Piensas que los turistas tienen la culpa de esta masificación. Sin caer en la cuenta de que tú también eres uno de ellos. El turismo es esa naranja exprimida a la que casi no le queda jugo. Se lo hemos sacado entre todos: las propias ciudades, los comercios, hoteles y restaurantes que quieren hacer negocio, nosotros mismos que acudimos al reclamo de la mejor foto para nuestras redes sociales… Y te encuentras con que todos hemos venido a la misma hora al Puente de San Carlos, a Malá Strana o a la Plaza de la Ciudad Vieja para aumentar nuestro botín de likes. Casi no puedes dar tres pasos seguidos. Porque, cada vez que intentas caminar, te topas con alguien.

No es la experiencia que imaginabas en una ciudad tan bonita. Y, a lo Fran Lebowitz en «Pretend it´s a city», te enfadas poniéndote en la piel de los que la habitan. «Supongo que vivirán alejados del centro», me dice con su habitual mesura Valentina. Claro, el turismo les ha robado el corazón de su ciudad. «Esto no sostenible», le respondo. Porque las ciudades pierden su esencia, su identidad, su alma… Lo comprobamos al interactuar con los pocos locales que encontramos: al carácter seco centroeuropeo se le ha unido ese regusto amargo por tener que haberse marchado a la periferia. A duras penas te responden con monosílabos y cualquier esbozo de sonrisa es una quimera. Pensamos en posibles soluciones. Y lo hacemos mientras yo subo este video a TikTok.

@rafavega_

Praga es bonita. Eso ya lo sabes antes de venir. También lo saben las otras miles de personas que han pensado igual. Y que han elegido el mismo día para visitarla. Piensas que los turistas tienen la culpa de esta masificación. Sin caer en la cuenta de que tú también eres uno de ellos. El #turismo es esa naranja exprimida a la que casi no le queda jugo. Se lo hemos sacado entre todos: las propias ciudades, los comercios, hoteles y restaurantes que quieren hacer negocio, nosotros mismos que acudimos al reclamo de la mejor foto para nuestras redes sociales… Y te encuentras con que todos hemos venido a la misma hora al Puente de San Carlos, a Malá Strana o a la Plaza de la Ciudad Vieja para aumentar nuestro botín de likes. Casi no puedes dar tres pasos seguidos. Porque, cada vez que intentas caminar, te topas con alguien. No es la experiencia de #viajar que imaginabas en una ciudad tan bonita. Y, a lo Fran Lebowitz en «Pretend it´s a city», te enfadas poniéndote en la piel de los que la habitan. «Supongo que vivirán alejados del centro», me dice con su habitual mesura @valentinaspangler. Claro, el turismo les ha robado el corazón de su ciudad. «Esto no sostenible», le respondo. Porque las ciudades pierden su esencia, su identidad, su alma… Lo comprobamos al interactuar con los pocos locales que encontramos: al carácter seco centroeuropeo se le ha unido ese regusto amargo por tener que haberse marchado a la periferia. A duras penas te responden con monosílabos y cualquier esbozo de sonrisa es una quimera. Pensamos en posibles soluciones. Y lo hacemos mientras yo subo este video a TikTok.

♬ Prague – Muse

 

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